El hecho ocurrió el pasado 8 de marzo, Día de la Mujer, cuando, según Neme, un programa de un canal oficial –pagado con recursos que podrían destinarse a paliar las carencias de una de las provincias más pobres del país– permitió que un conductor, al que la diputada calificó de "yuyero", la denigrara públicamente.

"Insfrán dice que él es amor. En el Día de la Mujer fomenta que un yuyero, en un canal oficial, se dedique a denigrarme", escribió Neme en X, acompañando su denuncia con un video que evidencia el tono hostil del ataque. La legisladora no se quedó ahí y apuntó directo a la raíz del problema: "¿ENACOM no debería intervenir en este canal público con concesión oficial?".

¡ENACOM, teléfono!

Formosa, bajo el mando de Insfrán desde 1995, es un caso paradigmático de dependencia económica: el empleo estatal domina, la generación de riqueza propia es mínima y la coparticipación nacional sostiene un sistema que, según sus críticos, prioriza el control político sobre el bienestar de sus habitantes.

En este contexto, que un medio financiado por todos se use para desprestigiar a una opositora no solo es un abuso de poder, sino una bofetada a la libertad de expresión y al uso responsable de los recursos públicos.

Neme, conocida por sus enfrentamientos con el gobernador, ha sido una piedra en el zapato para el oficialismo formoseño. Sus denuncias sobre corrupción, persecución y violaciones a los derechos humanos han puesto en jaque la narrativa de Insfrán, quien se vende como un líder benevolente mientras su provincia sigue hundida en índices alarmantes de pobreza y analfabetismo.

Este nuevo episodio, lejos de ser un hecho aislado, se suma a una larga lista de acusaciones que incluyen detenciones arbitrarias y violencia contra quienes alzan la voz.

La pregunta de Neme sobre la intervención de ENACOM –ente regulador de las comunicaciones en Argentina– no es menor. Si un canal público, cuya misión debería ser informar y no perseguir, se convierte en herramienta de propaganda y ataque personal, ¿dónde queda el límite? En un país que dice defender la democracia, el silencio de las instituciones ante este tipo de prácticas resulta ensordecedor.

Mientras Insfrán sigue reinando en Formosa, el "amor" que pregona parece reservado solo para quienes le rinden pleitesía. Para los demás, como Neme, hay desprecio, insultos y el peso de un aparato estatal dispuesto a todo con tal de mantener el statu quo.