Video en mano, la diputada detalló que fue agarrada del cuello, tirada al suelo y golpeada, mientras la policía —presente a pocos metros— no intervino para protegerla ni cortar el ataque.

Una reciente visita de la Comisión de Derechos Humanos de la Nación confirmó lo que muchos denuncian: que la policía provincial actúa como brazo militante del gobierno, vigilando y amedrentando a quienes critican a Insfrán.

Este modus operandi ya sumó otros registros: desde patotas a caballos en eventos barriales, latigazos en carpas solidarias hasta ataques a periodistas durante sesiones del Concejo Deliberante.

En Formosa, la violencia política se naturaliza: opositores son hostigados, la policía actúa sin límites, y el poder provincial avala y celebran estos ataques. Según la oposición, Gildo Insfrán no solo permite este accionar, sino que lo promueve como herramienta de control y protección del régimen.

En ese marco, la pregunta que surge es contundente: ¿se trata de episodios aislados o de una política sistemática para sofocar toda disidencia antes de las elecciones?