El efecto de la falta de lluvias no solo golpea a la agricultura, sino que también pone en riesgo a la ganadería. Dasey destacó que en varias zonas el alimento para el ganado es insuficiente y los reservorios de agua están al límite.

En áreas donde los pozos de extracción son muy profundos, las represas han dejado de ser una opción viable, ya sea por la escasez o por la mala calidad del agua. En la región oriental del Chaco, las napas han descendido considerablemente, lo que ha agravado aún más la disponibilidad de agua potable.

"La situación en Chaco es crítica, cada vez es más difícil trasladar la hacienda. No hay opciones cercanas y moverse a otros destinos implica costos e impuestos demasiado elevados", expresó.

El movimiento de ganado fuera de las provincias afectadas se ha vuelto un desafío, ya que los altos costos logísticos y fiscales dificultan la reubicación de los animales. Ante este escenario, los productores han solicitado la declaración de emergencia, pero la medida no ha logrado mitigar los problemas.

Aunque las precipitaciones previstas para abril son esperadas con ansias, también podrían generar complicaciones. Dasey advirtió que, si las lluvias son excesivas, el poco pasto disponible podría echarse a perder, agravando la alimentación del ganado.

En Formosa, la crisis es aún más profunda, especialmente en el sector occidental de la provincia. "Es imposible calcular el impacto real, ya que la situación se deteriora con cada jornada", señaló el director del Distrito 9 Chaco-Formosa de la SRA, reflejando la creciente preocupación de los productores de la zona.