Fernando Carbajal y la difícil tarea de lidiar con dinosaurios

Es difícil hablar de renovación, de jugar limpio, de ir de frente cuando los referentes, de uno y otro lado, son complicados, tienen antecedentes y te juegan en contra. ¿Cómo encarás una campaña diciéndole a la gente que no puede ser que Gildo Insfrán siga gobernando por más de 20 años cuando uno de tus referentes más fuertes tiene 18 años ocupando un cargo y apunta a ir por otro mandato? ¿Qué mensaje podés bajar cuando hay que hablar de la nueva política y sin trampas, cuando al poco tiempo de que te hayan dado la “bienvenida” te empiezan a mostrar las cosas sucias que hay donde se supone que es todo mucho más limpio que en el “Frente”?
A Fernando Carbajal, el ex juez federal que salió de su lugar de comodidad para meterse al barro, al ser candidato y luego resultar elegido como diputado nacional por Formosa dentro de Juntos por el Cambio, le toca lidiar con dinosaurios. Pero no solamente los consabidos, los que ya todos sabemos su historia de pe a pa… con los propios, de los que todos ya sabemos su historia de pe a pa.
Hace un tiempo, el hombre salió en una radio “oficialista” local y había deslizado que “no era conveniente” para el mensaje que él quería dar a la población que el senador (Luis) Naidenoff se presentara a otra reelección (lleva 18 años e iría por otros 6 más) porque se desvirtúa el espíritu de recambio, de renovación que están intentando llevar al electorado.
No salió la respuesta oficial, aunque off the record Naidenoff puteó a los cuatro vientos porque este “recién llegado” quiere hacerse el guapo, el héroe. A Naidenoff le molesta que alguien se meta en su quintita, le mueva el piso de su comodidad, porque en cierta manera, es una comodidad para estos legisladores estar donde están, llevan años calentando un asiento, con cientos de asesores, cientos que se pagan con plata del Estado, con nuestra plata; y sabiéndose minoría o incluso mayoría, no tienen más que “indignarse” por radio, por TV o por algún diario, y ahí termina todo. A fin de año tienen la mesa llena, no sufren la inflación, no viven la realidad por la que supuestamente luchan para cambiar. Todo sarasa para la tribuna. Como Naidenoff hay muchos, pero puntualmente hablamos del legislador que tiene intenciones de superar los 18 años como senador porque fue el propio Carbajal quien lo trajo a la palestra.
No vamos a discutir tanto de los dinosaurios del PJ, a esos no los moverá un ápice lo que pueda hacer o dejar de hacer la oposición, primero porque tienen mayoría, segundo porque sus referentes más poderosos son iguales, pero sí tenemos que mencionar a los del propio partido, a los que les habla Fernando Carbajal en sus discursos como si fueran recién llegados a la política.
“Fernando habla como si estuviese rodeado de tipos sensatos, de gente que lo va a acompañar sin más”, dijo la mujer de un reconocido allegado al partido, y es esa la sensación. Carbajal sube al estrado o se pone en medio de varias sillas en círculo que lo rodean, y ahí les habla a todos de renovar, de incorporar gente joven, de no repetir los modelos que hay en el “Frente”, pero en realidad está inserto en el jurásico, ahí lo escuchan también los dinosaurios como Ricardo Buryaile, otro legislador que pasó sin pena ni gloria por el Gobierno de Mauricio Macri, con tan mala gestión que su nombre fue uno de los primeros que surgió cuando hubo que hacer el primer retoque al Gabinete, un ministro que tuvo que renunciar a su lugar como diputado nacional porque salieron varias notas periodísticas denunciando que el hombre no quería descuidar su quintita, y había pedido una “licencia” para volver a su lugar si lo terminaban echando de su nuevo “trabajo”, cosa que terminó pasando.
Lo escuchan Luis Naidenoff, lo escuchan Osvaldo Zárate, y otros dirigentes históricos como Armando Peyró, que incluso, el día que Francisco Paoltroni, un verdadero recién llegado, lanzó sus propuestas, fue atacado duramente a través de una carta; y más, acusándolo de ser funcional a Gildo Insfrán, de querer romper a la oposición, de facilitarle el triunfo al oficialismo. Parece irrisorio, pero tipos que llevan casi dos décadas en sus lugares de privilegios, hablan de ser funcionales, y atacan a uno que solamente lanzó propuestas, no nombró a nadie, no acusó a nadie con nombre propio. Esa es la vieja política, pero los dinosaurios no saben de eso.
Haz lo que yo digo: el abrazo que divide
Y si de viejas prácticas, quintitas bien cuidadas y amiguismos raros, se trata, no podemos dejar de mencionar lo que ocurrió esta semana. El día que Gildo Insfrán llegó a la Legislatura para hacer la rendición de cuentas de su gestión en 2022, como es costumbre fue recibido por las autoridades y legisladores, tanto oficialistas como opositores; y si bien hay un protocolo y un respeto que debe ser resguardado por la figura que representa; a muchos dentro del radicalismo les hizo ruido el efusivo abrazo, con palmadita en el hombro, sonrisa y chistecito al oído, que intercambiaron el gobernador con el diputado provincial Osvaldo Zárate.
Zárate tuvo posibilidad de salir a aclarar, pero se enterró solito: “Me dijo un chiste”, lanzó en un programa cuando le preguntaron por el abrazo. “No es mi amigo”, dijo seguidamente tras abrazar al gobernador como si fuera todo lo contrario a sus dichos. Le preguntaron por el chiste, pero no se animó a contarlo ¿habrá sido un verde, y por eso no pudo decir al aire? Quizás sea eso.
Osvaldo Zárate es un legislador histórico y referente dentro del radicalismo local, es subordinado a nivel nacional de Ricardo Buryaile; y hay malas lenguas, muy malas, que dicen que todos los meses pasa por el Quinto Piso… pero son muy malas esas lenguas…
A Zárate le molestó mucho que los periodistas contaran sobre ese abrazo, y el cimbronazo que generó dentro fue tal, que llamó a una radio en la que él pone mucho empeño, por llamarlo, para que dejen de hablar de eso, o sino el “empeño” que le pone a la emisora, iba a cesar… lo cierto es que levantaron el teléfono y le pidieron a un periodista, Leonardo Fernández Acosta, que “afloje” con la crítica, pero como Leo no dio el brazo a torcer, le facilitó las cosas a todos: renunció. Así que nadie podrá decir que los radicales, gente de bien, echan a la gente, la gente renuncia solita… No son como los del “Frente”, claro que no. ¡Viva la pluralidad de pensamiento, vivan todas las voces! Ponele…