Estos días que pasan se tornaron más violentos que la campaña en la provincia. Increíblemente, y hay que decirlo con el pesar que ello representa: Gildo Insfrán tenía razón. La oposición, al menos un sector de ella, da lástima. Muestran la hilacha en cada paso que dan, y los eternos, que critican al eterno en el poder en Formosa, se aferran al suyo en el Congreso. Uno que se cree el cuento de que ha sido el mejor de los ministros que tuvo el Gobierno Mauricio Macri, otro que se jacta de ser un legislador con un expertise que solo él se lo cree; patotas contratadas para romper carteles, matones que van a los comités a mostrar que la tienen más larga y se sienten protegidos por sus jefes.
Así, un sector de la oposición, la elegida de por Gildo Insfrán, de la que sabe que domina a placer, y a la que le gusta que nada cambie, aunque estén en un frente ahora que dice llamarse la Fuerza del Cambio, demuestra que el hombre de Laguna Blanca, siempre tuvo razón. Están por las bancas, para cuidar su quintita, para que todo siga igual para ellos. Para que lo único trascendente que hagan es ir a la radio a jugar que son opositores. Como el presidente de la Unión Cívica Radical de Formosa, Osvaldo Zárate, que se abraza con Gildo en la puerta de la Legislatura como si fueran amigos de toda la vida, y cuando se le pregunta, se pone nervioso y dice que son adversarios políticos, tampoco son amigos, pero hay respeto. ¿Respeto tiene Zárate con el hombre que mandó a reprimir a la gente bajo la excusa de la pandemia, respeto tiene por alguien que se cree dueño de la provincia? Quizás el respeto se traduzca en favores monetizados, y entonces sí, se entiende que Zárate no quiere perder su rol de “eterno” opositor. Está cómodo y viene colocando a las nuevas generaciones que repiten como loro el discurso de sus jefes desde Buenos Aires: léase Agostina Villaggi, Carla Zaizer, Juan Carlos Amarilla, entre otros.
Esta semana que paso, el clan Ricardo Buryaile y Luis Naidenoff pasaron los limites, aunque ya no es de extrañar porque los que conocen cómo operan estos dos personajes, saben de lo que son capaces con tal de seguir aferrados al poder.
Así lo demostraron cuando al comenzar la semana, en plena luz del día, una patota que responde a Osvaldo Zárate y que a su vez, reporta a Buryaile, golpearon a un militante de la UCR que está con la lista de Fernando Carbajal y Gabriela Neme.
Al otro día del incidente, y con una denuncia en su contra, el propio Buryaile, en un acting de un político que se las sabe todas, dijo repudiar la violencia, sin nombrar a la persona en cuestión: Juan Carlos Leguizamón “Legui”, y mientras esto ocurría, en Laguna Blanca, Fabricio Carletti, otro “asesor” de Luis Naidenoff, y que cobra una importante suma del Estado nacional, fue a la sede de la UCR en esa localidad a amenazar a otro dirigente y rompió parte del mobiliario.
Son distintos, supuestamente, pero casi iguales, evidentemente al mismo hombre al que dicen aborrecer.
Mientras ellos se matan con los que deberían ser sus aliados, y dejar que la interna se decante de otra manera, mientras dicen que “el 14 de agosto vamos a estar todos juntos”, “el adversario de verdad está en frente”, lo cierto es que con sus acciones dicen todo lo contrario.
Es tan parecido como cuando Gildo dice que a cada acto de odio, respondemos con amor, y acto seguido manda a reprimir con la policía o con los militantes; es casi lo mismo.
Lo que no comprenden estos muchachos es que, con sus peleas berretas, de ambición de poder, de doble discurso insostenible, solamente están condenando al resto de los formoseños, ese porcentaje mínimo que quiere cambiar de verdad.
Incluso, podría darse el escenario en que Insfrán logre meter a los tres senadores del PJ, lo que significaría un verdadero caos para todos y un cachetazo para los que se creen dueños de la verdad dentro de un partido centenario como la UCR.