Adriancito y su desesperada obsecuencia por Insfrán le hizo pisar el palito


El que tiene el poder para ejercer las acciones es el partido gobernante, esto es más que obvio. La oposición está, para, entre mayor y menor medida, hacer de contralor de lo que haga o deje de hacer el oficialismo. Y un diputado, por más influencia que tenga y poder, no puede nunca ser más que un gobernador o presidente o un ministro. Es un diputado, un legislador, que ni siquiera depende de sí mismo, sino de sus compañeros de bancada. Por eso, parangonar como ha hecho el inefable Adrián Muracciole a Gildo Insfrán (gobernador hace 27 años) con una diputada provincial, que, al ser minoría en su tierra, no tiene más recursos que ir los programas de TV (puesto que los locales oficialistas no la invitan) para denunciar lo que sucede, es un nivel aparatoso de estupidez.
Es decir que para el ex concejal -que ocupó el cargo sin pena ni gloria- es lo mismo lo que debe hacer un hombre que ejerce el poder en la provincia a lo que puede hacer una diputada. Es como si pretendiera que los ministros, los secretarios y subsecretarios reciban a Gabriela Neme en su condición de diputada, y encima, de diputada de la oposición.
¡Ay Adriancito, la obsecuencia por el Jefe es tal que ya no mide ni lo que publique ni lo que dice! Este es el mismo sujeto que semanas atrás, en un operativo “solidario” por Nuestra Gente Todo, habló de Formosa como un ejemplo para el país y dijo además, que Gildo Insfrán es un verdadero conductor que sabe distribuir la riqueza.
Adrián Muracciole no es un simple ex concejal, por eso el haber dejado el cargo para él no fue traumático, está acomodado hace años en el engranaje del Modelo Formoseño: docente en la Universidad Nacional de Formosa (UNaF), y forma parte del equipo económico que responde directamente al jefe de Gabinete de ministros de la provincia, Antonio Emérito “Pomelo” Ferreira.